Las empresas y su entorno: ¿cómo hacerlo?
Por: Jorge Melo Vega, Gerente General de Responde
“No hay empresas exitosas en entornos que fracasan” es lo primero que aprendemos quienes nos acercamos al mundo de la responsabilidad social empresarial. Esta frase que proviene de Stephan Schmidheiny se ha convertido, para los que la conozcan o únicamente para aquellos que tienen una mínima capacidad de reflexión, en el paradigma de una gestión de cualquier organización involucrada con su entorno.
Ahora bien, estos fundamentos organizacionales deben ser entendidos y abordados de manera inteligente para alcanzar el éxito. Las empresas deben ser sostenibles y competitivas, lo que significa que deben cuidarse en manejar los mejores estándares en toda su cadena de valor y allí es que, contando con los colaboradores entusiasmados, los proveedores que les brindan los mejores servicios, o vigilando el riguroso cuidado ambiental, podrán crecer y pasar a compartir ese éxito con su entorno; invertir esa ecuación sería destruir valor social afectando en el muy corto plazo a los diferentes grupos de interés y finalmente a la propia sociedad. Se estaría impulsando contrariamente a lo esperado, entornos que fracasan.
¿Cómo hacerlo?
El compromiso real con el entorno exige también organizarse adecuadamente para cumplir esos objetivos, no se trata de brindar ayuda para salvar la conciencia y menos aún hacer esos aportes para comunicar que la empresa está haciendo RSE. No. Las empresas inteligentes hacen de la sostenibilidad un baluarte para su gestión y por tanto, sí incorporan a la sociedad como un grupo de interés priorizado, se le pone objetivos a esa gestión y se construyen métricas y liderazgos dentro de una estructura administrativa para que ello ocurra.
Es así como constituyen una asociación civil o una fundación vinculada societariamente cuyo objetivo central es enfocarse al mandato de conectar con la sociedad y desarrollar programas en plazos y alcanzar metas que la hagan sostenible. En el Perú son varias las empresas de primer nivel que están teniendo la claridad necesaria para plantearse, desde su propia estructura, que la dimensión social requiere de una gestión profesional que se maneje con los mayores estándares. Es a partir de allí, además, que las empresas se sienten legitimadas para ejecutar su acción social, asumiendo que están alineadas a su “core” y que la dimensión social también es parte de ese “core” porque se le ha construido una Misión y Objetivos de gestión.
Otra forma en que las empresas abordan la gestión social y por tanto, se suman al cumplimiento de los Objetivos del Milenio de las Naciones Unidas cuya meta está próxima a hacer medida el próximo 2015, es a través del compromiso de sus accionistas. Ellos también constituyen mecanismos o vehículos institucionales para canalizar los recursos obtenidos del éxito en su gestión empresarial para el cumplimiento de causas sociales determinadas. Son emblemáticos a nivel mundial lo que vienen alcanzando las grandes fortunas como las de la familia Gates (Melinda y Bill aportaron US$ 38,000 millones), Warren Buffett (quien donó US$ 2,000 millones a la Fundación Gates) y otros empresarios exitosos, quienes con una lógica práctica y eficiente han acordado reunir sus recursos para que se gestionen desde la organización que tiene mayor claridad e impacto en su gestión y así mantienen la coherencia de sólo destinar recursos allí donde se sabe que tendrán un impacto superior y no improvisar o se dejen llevar por causas muy mediáticas y de muy pobre impacto.
No hay que olvidar que hay casos de fracasos rotundos de inmensas cantidades de dinero donados por empresas o empresarios de éxito que han sido destinados a causas de alta sensibilidad humanitaria pero con pésimos resultados debido a que no fueron adecuadamente gestionados y no se plantearon con claridad los impactos y objetivos.