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Internalizar las externalidades

Por: Jorge Melo Vega, Gerente General de Responde

Publicado: 2014-06-02

Para los economistas abordar las externalidades generadas por los procesos económico-productivos y de servicios son parte de su ABC y han desarrollado todo tipo de literatura. No soy economista, por lo que pido todas las licencias del caso, pero sí colaboro en el análisis de las empresas respecto a los impactos que generan sus actividades, tanto de manera positiva como negativa, con sus diferentes grupos de interés. La identificación, gestión y manejo de indicadores alineados a esos impactos es a lo que denominamos una gestión sostenible y que en los últimos veinte años la hemos conocido como responsabilidad social empresarial (RSE). 

Cuando una empresa exitosa de consumo masivo distribuye sus productos por toda la ciudad, más allá del alto valor y contribución que su actividad aporta, el proceso de transporte de sus productos genera externalidades negativas como es el tráfico vehicular en su centro de distribución, los riesgos de accidentabilidad y congestión del tránsito y claro está, en la entrega de la mercadería en la tienda. Esa externalidad negativa no es muy distinta al impacto que se genera en el embotellamiento vehicular cuando se dejan y recogen a los niños de 2 a 5 años en la puerta de un Nido, en la del colegio, en la universidad, o al que ocasiona un camión con una mezcladora de cemento en la construcción de un edificio.

Son los efectos que ocurren en la cadena de valor de cualquier actividad económica, sin que necesariamente tengan alguna relación con nuestra actividad principal, los que impactan en determinados públicos o stakeholders, como los llamamos en nuestra jerga. En tal sentido, una empresa que tiene un modelo de gestión sostenible es una organización capaz de conocer adecuadamente su cadena, revisa los impactos que se generan con cada uno de los públicos e intenta minimizarlos o remediarlos cuando son negativos; y comunicarlos, poniéndolos en valor, cuando son positivos.

La fórmula tradicional de hacer crecer una empresa ha sido la de gestionar correctamente los indicadores asociados al foco del negocio y que se ven reflejados en la cuenta de resultados. La presencia de externalidades positivas o negativas se han visto como circunstancias naturales, “así es, pues” o como riesgos que de ser el caso deben contar con una póliza de seguros.

Internalizar las externalidades es por tanto, en las categorías económicas clásicas, migrar hacia una administración que apuesta por una gestión sostenible. Visualizar esas externalidades, priorizándolas e incorporándolas a los indicadores de la empresa garantiza un horizonte de éxito mucho mayor.

Solemos conocer mucho más las externalidades negativas porque son las que generan noticia, y muy poco sobre los impactos positivos que son más bien indispensables en esta forma de gestión. Son externalidades positivas la innovación, la cultura empresarial, la promoción del medio ambiente, el empleo local o la transparencia de la información que ayuda al desarrollo de buenas prácticas; no se ha sabido comunicar adecuadamente todo el valor que se genera para la sociedad estas externalidades, se han quedado en el “así es, pues” y los públicos beneficiados no tienen posibilidad de identificar y por tanto hacer suyos ese valor obtenido.


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Responde, consultora en Sostenibilidad y Reputación