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Los derechos humanos y las empresas: implementando un plan de gestión de riesgos

Publicado: 2013-11-08

Velar por el trato igualitario entre los trabajadores, cuidar el medio ambiente, mantener el diálogo con comunidades locales a las que las operaciones de la empresa pudieran afectar, brindar seguros de salud, invertir en la educación del país, entre otros, son ejemplos de diversas medidas que las empresas han venido realizando con el paso del tiempo. Uno puede considerar estas actividades como algo cotidiano, que parte de ser una empresa socialmente responsable. Ello es cierto. Sin embargo, hay algo que agregar: eso, al fin y al cabo, también es velar por los derechos humanos. 

Existe la idea de que mencionar “derechos humanos” es hablar de un concepto abstracto y distante, de aquello que debe ser cumplido y garantizado por el Estado y fiscalizado por la ONG. No obstante, ha quedado claro a nivel internacional que las empresas no solo deben comprometerse a cumplir con ellos dentro de su organización, sino que deben mirar más allá: en su cadena, en su contexto y, por lo tanto, en su nivel de incidencia . Ya no se trata solo de cumplirlos sino de ser conscientes de que lo estamos haciendo y promover que otros grupos con los que nos relacionamos también lo hagan.

Acciones como fortalecer la seguridad en el lugar de trabajo, gestionar los residuos e impulsar el reciclaje, y proteger la información de los clientes evidencian que los derechos humanos ya forman parte del día a día de las empresas. Nos enfrentamos, entonces, a la necesidad de cambiar la perspectiva que tenemos sobre ellos, empezar a valorarlos y entender que forman parte de un enfoque de sostenibilidad, es decir, de lo que ya hemos venido gestionando e impulsando en nuestras organizaciones.

Sin embargo, debemos ser realistas: hablar de derechos humanos no incentivará inmediatamente un apoyo por parte de nuestros equipos, ya que se siguen sintiendo muy lejanos a este concepto. Pero, ¿qué sucede si hablamos de identificación y gestión de riesgos? Este lenguaje es común en todas las empresas y, pregúntenle a todos los financistas, el pan de cada día. Cuando hablemos de derechos humanos refirámonos entonces a la gestión de los riesgos pues, finalmente, de eso se trata.

Empecemos por implementar un plan de gestión de riesgos en la empresa, que permita conocer qué impactos se generan en nuestra cadena de valor, las buenas o malas prácticas que se estén llevando a cabo, qué acciones tomar respecto a éstas, etc.


¿Cómo aplicar un plan de gestión de riesgos en mi empresa?

Debemos tomar especial atención en el concepto de la debida diligencia, la cual implica aquel proceso en el que las empresas identifiquen, prevengan, mitiguen y den cuenta de los posibles daños que pudieran causar sus actividades en todas las etapas de la cadena de valor. Es decir, resulta necesario examinar sus operaciones, los productos y servicios brindados, así como las relaciones que mantienen con terceros, con el fin de procurar prevenir todas las situaciones que pudiesen involucrar un daño o riesgo para los derechos humanos.

Como resultado de este análisis, la empresa podrá saber cómo sus acciones repercuten sobre sus diversos grupos de interés. Debemos resaltar que, cuando mencionamos la debida diligencia, nos referimos a una herramienta que debe ser utilizada de manera continua: cuando se desempeñan nuevas operaciones, cuando cambia el contexto en el que la empresa se desenvuelve, cuando se realizan nuevas contrataciones, entre otros. A partir de éste, las empresas podrán identificar cuáles son sus riesgos y oportunidades y cómo gestionarlos.




El nuevo enfoque

Es válido preguntarse: ¿por qué las empresas, en particular, cuentan con un rol tan trascendente cuando hablamos de la protección de los derechos humanos? Este papel ha sido comúnmente vinculado con el trabajo que tienen las ONG: aquel de denunciar y hacer cumplir los derechos humanos a los diversos actores de la sociedad. No obstante, el panorama ha cambiado. Debemos tener en cuenta que las empresas mantienen múltiples relaciones sobre las cuales, usualmente, tienen un alto nivel de influencia, pudiendo, a su vez, aplicar estos valores y principios a sus grupos de interés. En sencillo, mientras las ONG están llamadas a fiscalizar y exigir la remediación (ex post) las empresas podrán identificar, prevenir y promover (ex ante).

Las empresas, entonces, tienen un rol de agente de cambio en la sociedad, generando una cadena en la que se busque que todos los grupos de interés tomen conciencia de la importancia que tiene la protección de los derechos humanos y mantengan un compromiso de resguardarlos y promoverlos. Ello implica, en definitiva, el desarrollo del concepto de ciudadanía, en el que no solo contemos con actores que busquen que sus derechos sean cumplidos sino que, a su vez, asuman el deber de salvaguardar el de otros y respetar el valor que tiene cada persona por su condición de tal.


Artículo elaborado por RESPONDE, consultora especializada en sostenibilidad y reputación.

Responsable:

MICAELA CORTÉS CABIESES, Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica.



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Responde, consultora en Sostenibilidad y Reputación