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El transporte logístico en el Perú tiene más riesgos

Publicado: 2013-10-17

En nuestro país las empresas están empezando a reconocer la relevancia que tiene la gestión responsable de la cadena de valor en el negocio. Dentro de toda la cadena, existe un aspecto clave por el impacto directo que genera en la provisión de insumos y personas para elaborar o extraer el producto, en su distribución para el cliente a través de puertos o aeropuertos, y para los consumidores finales en las superficies de retail. Nos referimos al caso del transporte. 

Los costos asociados con el transporte de productos son los más elevados en la logística de las organizaciones y es uno de los principales factores que determina el precio final del mismo. Esto evidencia la importancia que tiene esta etapa en la cadena de valor y, por consiguiente, la necesidad de una buena gestión para que se convierta en una ventaja competitiva para la empresa.

Actualmente la gestión del transporte, sobre todo en las empresas extractivas, está orientada al cumplimiento de la regulación de seguridad para el traslado de materiales peligrosos y analiza los riesgos relacionados a la carga del producto, el estado del vehículo, condiciones de la carretera, el clima, entre otros. Pero en el Perú, tenemos que darle una mirada adicional, ya que no contamos con una cultura vial adecuada como en otros países donde los vehículos y los peatones respetan las normas, y donde la preocupación de las empresas se centra en cumplir con las reglas de seguridad establecidas. Todo lo contrario, en nuestro país los transportistas se enfrentan día a día a nuevos riesgos producto de nuestra “cultura combi”.


Cultura ciudadana del transporte

Según el Ministerio de Transportes y Comunicaciones, en 2012 se registraron 95.692 accidentes de tránsito (13.3% más que 2011), lo que trajo como consecuencia 58.685 víctimas, de las cuales 4.138 fueron fatales. Debido a estas cifras, nos encontramos entre los primeros puestos con más alto índice de mortalidad por accidentes de tránsito en América Latina, según el Informe sobre la situación mundial de la seguridad vial 2013 de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Estas estadísticas reflejan el tipo de ciudadanía que hemos desarrollado como sociedad, donde transgredir las reglas de tránsito, faltar el respeto al otro y no cumplir con las normas de convivencia se ha convertido en algo cotidiano y “normal”. 


Estas externalidades sociales deben ser tomadas en cuenta por las empresas, ya que es la dinámica bajo la que tienen que operar sus transportistas a diario y pueden convertirse en uno de los principales riesgos en las vías. Las empresas pueden evaluar a sus proveedores y asegurarse que cumplan con todas las normas de seguridad en la carga y traslado del producto, pero si manejando por la carretera una persona corre por la pista en lugar de usar el puente peatonal, esta persona se convierte en el causante principal de un incidente que puede terminar en un derrame, desprendimiento del producto o en un accidente fatal, donde el nombre y reputación de la empresa quedará dañado. 

Es por este motivo que las empresas deben dejar de mirar de manera tradicional los riesgos en el transporte, aislándolos de una problemática social tan fuerte en nuestro país, y tienen que empezar a analizar el entorno y a identificar cuáles son las oportunidades de acción que existen en el tema de ciudadanía vial.


La reputación en juego

Como es de conocimiento de muchos, la buena o mala gestión de la cadena de valor genera un impacto directo en la reputación. Ante un accidente, la sociedad otorgará responsabilidad a la empresa líder y a la marca más expuesta, y no juzgará al proveedor encargado del transporte ya que muchas veces esta empresa es desconocida para ellos. Existen diversos ejemplos de accidentes ocurridos en las vías por derrame de productos que eran transportados por un proveedor, en donde los medios y la sociedad atribuyen responsabilidad a la empresa más reputada. Un caso que también genera impactos en la comunidad urbana, y que muchas veces no es tomado en cuenta por las empresas debido a la inexistencia de una fuerte regulación, es el transporte para las obras de construcción inmobiliarias, donde hay muchas oportunidades de acción.

En definitiva, la gestión del transporte es un desafío en el Perú por los riesgos de la cultura vial, e implica un trabajo que va más allá de cumplir con la regulación en seguridad, tiene que ver con mirar el entorno y los riesgos propios de la cultura ciudadana instaurada en nuestra sociedad. Muchas empresas pueden pensar que ya no es parte de su labor la generación de ciudadanía, pero esto debería ser el eje articulador de toda la gestión de empresas que aspiran a ser socialmente responsables, ya que comportarse de manera sostenible es ser un mejor ciudadano. Por ello, como primer paso, las organizaciones pueden comenzar a promover una cultura vial responsable en sus colaboradores, para que ellos la transmitan a la sociedad y, de esta manera, se empiece a promover una nueva ciudadanía asociada a la seguridad vial.


Artículo elaborado por RESPONDE, consultora especializada en sostenibilidad y reputación.

Responsable: 

SANDRA ALARCÓN REVILLA, Comunicadora para el desarrollo por la Universidad Católica del Perú.



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Somos una consultora que promueve la gestión de la reputación y la sostenibilidad a partir de productos estratégicos elaborados a la medida


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Responde, consultora en Sostenibilidad y Reputación