El punto ciego
"Ningún hombre es una isla, completo en sí mismo; todo hombre es un pedazo del continente, una parte del todo; si el mar se llevara una porción de tierra, Europa quedaría reducida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia. La muerte de cualquier hombre me disminuye, porque soy parte de la humanidad; por ello nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas; doblan por ti” .
John Donne (1572-1631)
John Donne, el poeta metafísico inglés más importante de todos los tiempos, tenía claro en 1624 que "ningún hombre es una isla...". Más de tres siglos después sería bueno percatarnos de que tampoco lo es una empresa. Basándonos en las palabras de John Donne debemos reflexionar y admitir que “no estamos solos”; hay que mirar mucho más allá y percatarnos que toda empresa es parte de una vasta cadena logística que incluye suministro, fabricación, almacenamiento, transporte y la venta o distribución al cliente final, y la organización tiene un grado de responsabilidad por lo que ocurre en cada etapa.
Las cadenas de suministro, las redes de transporte y distribución se establecen como la columna vertebral del comercio, el consumo y el crecimiento económico de la sociedad. Sin embargo, este ha sido desde siempre un punto ciego para muchas organizaciones cuando se trata de sostenibilidad, y es por ello que se mantiene hasta hoy como todo un mundo casi sin explorar.
¿La función está por empezar...?
En 2012 PwC aplicó una encuesta a ejecutivos del área logística en temas de sostenibilidad. Resulta preocupante descubrir que, a pesar de la importancia y el impacto que tiene la gestión de la cadena logística en la empresa y su reputación, de los ejecutivos encuestados tan solo el 42% consideró que la sostenibilidad era “muy importante” para la cadena logística de su empresa. Y es preocupante porque ni siquiera están pensando en toda la cadena, y la parte que ven, seguramente suministro y transporte, no les parece tan relevante. ¿Qué es lo que más les importa? De ese 42%, el 87% afirmó que optimizar la huella de carbono era su prioridad número uno para una gestión responsable, resaltando su preocupación por cumplir con la regulación ambiental. A pesar de esto, más de 2/3 de los ejecutivos encuestados dijeron que la sostenibilidad jugará un papel más importante en la cadena logística en el futuro. Y tienen razón, pero al parecer no son conscientes de que el futuro empezó “ayer” y que implica mucho más de lo que tienen en mente.
Como es de esperarse, solo algunas compañías han intentado abordar el tema y en el Perú estamos aún en pañales. A pesar de que las empresas necesitan responder a esta realidad y necesitan hacerlo rápido, no muchos ejecutan prácticas responsables y en diversos casos la sostenibilidad en la cadena se convierte más en una aspiración que en acciones concretas.
Primera llamada
El 24 de abril de este año la sostenibilidad en la cadena de suministro captó la atención del mundo entero. El derrumbe de la fábrica de confección en Bangladesh, hizo que más de uno volteara la mirada y echará un vistazo a su cadena de proveedores para evitar pasar por lo mismo que algunas prestigiadas marcas, las cuales estuvieron en el ojo de la tormenta durante la polémica, debido a las condiciones de trabajo y seguridad que se destaparon tras el desastre.
Segunda llamada
Ese mismo mes, el transporte como parte de la cadena también cobró importancia tras el derrame de petróleo en la costa norte de Brasil por parte de una empresa transportadora, lo cual ocasionó un impacto ambiental abismal, afectando nueve playas de Sao Paolo y quizás ciudades vecinas, sin dejar de lado las grandes pérdidas que este evento generó para la empresa. Algo similar sucedió en Perú hace algunos años, cuando un camión contratista derramó mercurio en un centro poblado de Cajamarca, impactando en la salud de los pobladores de la zona. Ambos hechos son ejemplos de la importancia del transporte y de los riesgos que puede acarrear una mala gestión del mismo.
Es a raíz de eventos como estos, que la sostenibilidad en la cadena logística ha cobrado más relevancia que nunca. Las empresas han empezado a expandir sus horizontes y a mirar más allá de sus propias operaciones, estableciendo políticas y principios de actuación que regulen a sus proveedores y transportistas, y sirvan como filtro para retirar a aquellos que no cumplen con sus estándares de ética. Es cierto que aún hay un largo camino por recorrer en estos ámbitos, pero es un primer paso que las empresas los estén mirando.
Tercera y última llamada
Ahora ha llegado el momento de mirar un poco más allá... pues existe una dimensión desconocida, en términos de sostenibilidad, llamada canales de distribución. Un agujero negro de la investigación. No obstante, la relevancia de este tema nos lleva a cuestionarnos qué es lo que pasa al final de la cadena.
Existen dos tipos de canales de distribución: el canal moderno compuesto por supermercados y el retail farmacéutico; y el tradicional, conformado por distribuidores, mayoristas, mercados, bodegas, entre otros. Es en este último en donde se tiene mayor oportunidad de impacto. Y si crees que no hay mucho que hacer en el canal tradicional, te invito a que lo pienses dos veces. Para darnos una idea de las dimensiones de este canal, según Apoyo Consultoría, se estima que a nivel nacional hay alrededor de 160,000 bodegas, y si miramos más allá nos encontraremos con pequeños kioscos de periódico, puestos de mercado, ambulantes y hasta heladeros que llevan el producto a las manos del consumidor final. Para las empresas, quieran o no, estas personas también forman parte de su canal de distribución. Y a pesar del rápido crecimiento del canal moderno, el canal tradicional sigue posicionado como el más trascendente, no solo por el monto de facturación que proviene de este, sino por su representatividad en número y capital humano.
Hay que recordar que estos canales son finalmente la cara de la empresa hacia el consumidor final, son como una extensión de la misma y, por ende, deben ser considerados como un socio estratégico. No se trata solo de establecer estándares, se trata de que la empresa innove y piense en estrategias de co-creación de valor, estrategias ganar-ganar junto con los demás protagonistas de esta historia. Para ello es necesario generar también un real compromiso por parte de los distintos actores en la cadena, y la apropiación de la sostenibilidad como parte de su propia cultura. Si solo pensamos en gestionar sosteniblemente en base a estándares y no pensamos en la educación, no vamos a lograr el engagement de los actores y tampoco la “sostenibilidad” de la “gestión sostenible”.
Si mientras leías esto en algún momento pasó por tu cabeza la frase “pero no le vendo solo yo”, tienes razón; ninguna empresa controla por sí sola todos los canales de distribución, se trata de una tarea compartida. Es necesario crear un ambiente de colaboración entre empresas que trabajan con el mismo canal de distribución para lograr una mejora. Crear una alianza de trabajo para identificar, entender y abordar los retos de la industria y así lograr mejoras continuas.
No esperemos a que exista una catástrofe con los canales de distribución para considerarlo una tercera llamada de atención y recién virar los ojos hacia ellos. Seamos más proactivos y miremos desde hoy qué pasa más allá del camión de reparto. Hay que dar el primer paso y empezar a ver los factores fundamentales que afectan la sostenibilidad de estos canales como los niveles de inventario, la transparencia de información, los pagos y finalmente, las entregas, ya que algunas veces suelen ser tardías, erróneas o dañadas y generan impactos financieros tanto para la empresa como para el distribuidor.
¿Y cómo lo haces, cuál es el negocio?
Lograr la penetración de la sostenibilidad en el ADN de la cadena de suministro, más allá de evitar riesgos, trae consigo una serie de oportunidades, ya que contar con una adecuada gestión genera impactos financieros y sociales. Hay que tener presente que los beneficios percibidos por mejoras en la cadena de suministro pueden ser iguales o mayores que los beneficios provenientes de mejoras en las operaciones de la misma empresa, con el plus de que no solo generarás mayor productividad para el negocio sino mayor bienestar para la sociedad.
Pero para alcanzar este ideal de gestión integral de sostenibilidad en la cadena de suministro, las empresas deben superar una serie de desafíos. En primer lugar es necesario ver dónde estás parado, ser consiente del largo sistema dentro del cual se encuentra la empresa. En segundo lugar es necesario comprender cómo funciona, cómo se articulan todas las partes dentro del todo. El tercer reto está en tener un claro concepto de sostenibilidad y cómo se engranará este con la estrategia de la cadena de suministro.
Hoy por hoy, sin embargo, estas prácticas sostenibles en la cadena no se dan ¿o sí? Pues si las hay, no nos hemos enterado y sería bueno que lo supiéramos para así empezar a reaplicar las buenas prácticas dentro de la industria.
Maktub, “está escrito”
Tarde o temprano la gestión de sostenibilidad se volverá parte de la realidad de toda empresa, y uno de los ámbitos de acción prioritarios en la agenda de todos, por lo cual es necesario implementar una gestión de sostenibilidad clara en la cadena logística y así reducir los riesgos y generar valor a la organización.
Tenemos que replantear el modelo de negocio tradicional, hay que dejar de pensar que las empresas deben ganar dinero para poder “hacer el bien” a través de proyectos y donaciones y empezar a pensar en “hacer el bien” para poder ganar dinero, aquí la cadena logística de toda empresa se presenta como una gran oportunidad. ¿Alguna vez te has preguntado a qué se dedican las personas que ayudas con tu chocolatada o actividad de fin de año? Tal vez sean parte de tu canal de distribución.
Es hora de ponerse manos a la obra y empezar a trabajar en la cadena logística ¿algún voluntario?.
Artículo elaborado por RESPONDE, consultora especializada en responsabilidad social y reputación.
Responsable:
PAMELA GIRANO SOSA , Administradora de empresas por la Universidad del Pacífico.