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El Vrae, empresa y estado: Juntos pero no revueltos

Publicado: 2012-09-14

En los últimos meses mucho es lo que se ha opinado y publicado sobre la situación de  conflicto en las zonas de Kiteni y Kepashiato, provincia de La Convención en Cusco.  Estas explicaciones sobre lo que está pasando y sus porqué obedecen a una visión del problema que no  contempla el punto de vista de la población afectada.

El gobierno, por su parte, expresa tener una estrategia de intervención que, en la práctica, se resume a  la táctica de combate con los grupos narcoterroristas. En el marco de la ejecución de esta estrategia, se aduce que la población de estas comunidades apoya a los grupos narcoterroristas en el combate y confía más en ellos que en las fuerzas del orden. RESPONDE tuvo la oportunidad de visitar Kiteni, Kepashiato, Chirumpiari, Kimbiri y San Francisco. Compartimos con los pobladores que presencian esta guerra y conocimos su punto de vista acerca del problema. En este artículo compilamos algunas reflexiones que ayudan a entender lo que está ocurriendo y a identificar el posible aporte de la responsabilidad social en la solución del problema.

Zona desconocida

Kiteni, Kepashiato, Chirumpiari, Kimbiri y San Francisco son centros poblados marcados por una presencia histórica de la etnia Machiguenga, que ha sido desplazada por pobladores andinos desde la época del conflicto armado interno, quienes migraron por sus expectativas del cultivo de hoja de coca como un negocio rentable. Este desplazamiento es notorio debido a las formas de organización andina que utiliza la población.

Estas localidades han sido olvidadas por el Estado durante muchos años: existen fuertes carencias en servicios de salud, educación y saneamiento. En general, se trata de una zona que nadie visita, hay muy poca presencia de ONG y programas sociales estatales. Por ejemplo, en Chirumpiari, se acaba de implementar un centro de salud, pero la población lo identifica como una obra que el Estado ha construido a raíz de la presencia de Sendero Luminoso.

En su forma de relacionamiento con el Estado, los pobladores han ido construyendo sus percepciones sobre sí mismos y sobre los demás, reconociendo a los suyos como “agricultores emprendedores con un pasado cocalero” y a los foráneos como “españoles”. Entienden que, mientras ellos buscan el progreso económico a través de la hoja de coca, los “españoles” envían a sus fuerzas militares para impedirlo.

En cuanto a las actividades económicas, se trata de población dedicada a la agricultura y comercio, principalmente. En gran medida se dedican a cultivar coca, café y cacao. Otros productos como la papa y el maíz se diversifican para mantener la canasta alimenticia básica y la venta en pequeños comercios locales. Evidentemente, el cultivo que más contribuye a su subsistencia es la coca, destinada a la Empresa Nacional de la Coca y al narcotráfico.

Antes de ser una zona militarizada, era el centro del narcotráfico. Actualmente, los pobladores siguen participando del circuito de la coca como productores y comerciantes, pero con más cuidado debido a la presencia militar. Por ejemplo, en Kepashiato, el traslado de droga se realiza en el monte (en las montañas que rodean esta zona), debido a la presencia de los militares, mientras antes solía realizarse durante la madrugada, cruzando el centro poblado sin ningún impedimento.

La familiaridad con Sendero

La vida política en estos centros poblados gira en torno a instituciones como los Comités de Autodefensa, los ronderos y la asociación de cocaleros. A nivel del gobierno local, estos poblados celebran comicios municipales como en cualquier parte del  Perú; sin embargo, este periodo es el único momento en que los partidos políticos aparecen y -de forma coyuntural- se realizan las afiliaciones, primando la amistad y compadrazgo. Al finalizar el lapso electoral y al momento del inicio de la gestión pública, estos “partidos políticos” se disuelven y quienes terminan al mando colocan a sus allegados en cargos de poder.

Es decir, no solo el Estado ha tenido una historia de ausencia en esta zona, sino que tampoco se ha constituido una institucionalidad política. Si bien esta es una situación en todo el país, lo que marca la diferencia en esta zona es la presencia de Sendero Luminoso (SL). Es así que, al indagar por los referentes políticos de la población, aparece SL como la única agrupación con permanencia en sus vidas.

Los pobladores, desde el más niño hasta el más adulto, tienen conocidos en SL y guardan complicidad con este hecho. En una primera comunicación con los pobladores, probablemente nos dirían que los ronderos no permiten que ingresen senderistas a la zona; sin embargo, una vez establecida la empatía, comentan que muchas de las familias tienen parientes en sus filas.

Los integrantes de SL son conocidos como “los compañeros” o “los tíos”, quienes respetan hoy la voluntad política de estos centros poblados. Se viene reivindicando un discurso anti Estado y anti empresa, lo cual se evidencia en la población, en el recelo con el que se percibe al Estado, aunque aún se mantenga la esperanza de que éste pueda brindar educación y salud a sus hijos.

En suma, es clave reconocer que SL constituye el único referente político para la población, en ausencia de los partidos políticos y otras organizaciones de la sociedad civil. Asimismo, Sendero Luminoso es percibido como la agrupación que los protege de la erradicación de sus cultivos por parte del Estado y que participa en la comercialización de sus productos.

Percepción del conflicto

Son frecuentes las intervenciones de militares y Sendero Luminoso en la zona, lo cual tiene un fuerte impacto en la población. En Kepashiato, el funcionamiento del único colegio que existe, se ha visto afectado por la improvisación de mantener un campamento militar dentro del colegio, lo cual hizo perder varias semanas de clases.

En general, la población de Kiteni, Kepashiato, Chirumpiari y Kimbiri no está a gusto con la presencia de militares en la zona (a raíz del secuestro de los trabajadores del Proyecto Camisea) no solo porque dificulta el comercio de la coca en el narcotráfico, sino por el hecho de ser extraños que han ingresado a su territorio. Más aún, la vigilancia del cultivo de coca ha afectado la economía del lugar, cambiando su dinámica diaria y dejando sin empleo a los jóvenes del centro poblado que han tenido que migrar a otras rutas de coca.

En este contexto, uno de los problemas ocultos y más graves es que la trata de mujeres ha aumentado de manera exponencial, ya que algunos cocaleros que han perdido sus tierras por la erradicación incursionan hoy en este tipo de actividades.

Todos estos problemas que aquejan a la población de Kiteni, Kepashiato y San Francisco son vinculados a la presencia del Proyecto Camisea. Consideran que la presencia del sector privado implica urbanización y ello conlleva a una mayor presencia del Estado. Para ellos, esto se expresa en la erradicación de sus cultivos, lo que trae como consecuencia pérdidas económicas. Asimismo, se vincula la presencia del sector privado con un mayor control militar, y, en consecuencia, mayores índices de violencia para la población por los enfrentamientos con SL.

En suma, con el tiempo se han vuelto desconfiados del Estado por los problemas con la coca y por la poca comprensión del problema. También son desconfiados de las fuerzas militares por el enfrentamiento con los senderistas.

Estrategia de desarrollo

Tomando en consideración que se trata de un problema que afecta a todos los sectores, y en gran medida a la inversión privada, urge que el Estado en conjunto con el sector privado se haga presente en la zona.

Como se ha mencionado líneas arriba, la percepción de la población es que el Estado sólo se aparece en el combate con Sendero Luminoso y en la erradicación de los cultivos de coca. Se necesita que su presencia se oriente a programas sociales y cobertura de servicios básicos para la población.

Asimismo, es necesario impulsar una nueva estrategia de relacionamiento por parte del sector privado con la población. En la actualidad, el Estado y la empresa desarrollan una estrategia que parte de la visión de desarrollo que ambos tienen y del entendimiento del problema. Las negociaciones y relacionamiento se limitan a comunicaciones con la Alcaldía, que tiene otra visión de desarrollo distinta. La población en general, señalada en el gráfico como la “comunidad”, mantiene un relacionamiento bastante distante con el Estado y la empresa, reforzando así el mito del “español”. Más aún, en este modelo no se contempla indagar sobre la percepción que tiene la población sobre el problema.

En el modelo de relacionamiento ideal, el Estado y la empresa consultan, no imponen acciones desde su propia visión.  Las negociaciones y relacionamiento involucran a la Alcaldía, asociación de autodefensa, ronderos y asociaciones de cocaleros, entre otros. Todo ello desde un relacionamiento empático y entendimiento de los códigos del otro para construir una estrategia de intervención efectiva.

Artículo elaborado por RESPONDE, consultora especializada en reputación y responsabilidad social.

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