De la RSE a la gestión de la sostenibilidad
Por: Jorge Melo Vega, gerente general de Responde
En Perú como en muchos países de América Latina la responsabilidad social empresarial ha sido vista como un hecho puntual, aislado a los objetivosgenerales del negocio, que responde más que todo a una acción filantrópica de la organizaciónhacia la sociedad. Ahora se puede ver cómo esa idea ha ido evolucionando, la gran prueba está enlos numerosos modelos y programas ejecutados por las grandes corporaciones que han entendidoque ser una empresa socialmente responsable es mirar también al entorno y generar valor con todoslos grupos de interés.
Hemos tenido la oportunidad de observar de manera privilegiada como es que se ha desenvuelto la gestión de la responsabilidad social en el Perú en los últimos siete años y la verdad es que debemos reconocer que se han dado pasos importantes. Probablemente esos pasos no han tenido la velocidad debida y quizás no todos en la dirección correcta, pero la realidad vigente de la responsabilidad social empresarial (RSE) dista mucha de aquella que encontramos en el 2005, año en el que intentamos levantar información sobre quién hacía qué. El resultado de aquella vez fue que las pocas empresas que estaban participando del proceso lo entendían como un compromiso con la sociedad, donde había que devolver lo que la naturaleza nos daba y el mejor mecanismo era el de la acción filantrópica.
El diagnóstico de los grupos de interés, el relacionamiento y comunicación con ellos, así como los programas debidamente consensuados y con medición de indicadores, eran aspectos que todavía no se contemplaban; de allí que acudir a sus informes de responsabilidad social, a la de los pocos que lo hacían, era un simpático ejercicio gráfico, con bonitas fotos de trabajadores y -sobre todo- de niños. Veíamos variadas imágenes de niños felices en torno a sus espacios escolares y quizás con un pedazo de panetón y un vaso de chocolate en las manos.
En el camino, poco a poco diversas empresas e instituciones de la sociedad civil se han ido incorporando a este movimiento y tenemos diversos indicadores de medición en la suma como, por ejemplo, el número de empresas que han suscrito el Pacto Mundial de las Naciones Unidas, de aquellas que están elaborando su reporte de RSE utilizando la metodología que ofrece la Global Reporting Initiative o incluso aquellas que están incorporándose al Patronato de Perú 2021, principal gremio que promueve el comportamiento socialmente responsable de las empresas en el Perú. El número es creciente, con una evolución muy favorable y gestión de mayor impacto, pero también es necesario reconocer que el número de organizaciones involucradas no es suficiente para dar ese cambio que el país se merece en el objetivo de mejorar la conducta ciudadana.
Hay ciertos fundamentos de la RSE que deben acoger las diferentes empresas que estén realmente comprometidas y que es importante resaltar: se debe entender que este modelo de gestión implica una apuesta por la sostenibilidad en todas sus dimensiones. Ya no es más una mala interpretación del término sustentabilidad y, por tanto, medio ambiente, como algunas personas erróneamente utilizan; eso es solo un juego de palabras.
Mejores prácticas
La sostenibilidad implica que debemos estar pensando siempre en el largo plazo, que la empresa puede estar arriesgando mucho si solo piensa en los resultados económicos de este año a costa de sacrificar la relación de confianza con los demás y. a la larga, su propia viabilidad y crecimiento futuro. Ello implica una apuesta por mejorar las condiciones de sus trabajadores para que sean más competitivos, estén mejor capacitados y con oportunidades en su empleabilidad para que den lo mejor de sí. Hay un hecho que es indiscutible: la mejora en los procesos y la innovación que permite a las empresas crecer proviene de sus propios trabajadores. Eso no se compra y sólo se obtiene si se llega a desarrollar una adecuada cultura al interior de la organización.
Lo mismo ocurre con el valor que debe generar la empresa para sus clientes, proveedores, accionistas y para el propio Estado. Un ejemplo que puede explicar mejor esta idea es, si a una empresa le va bien tanto a ella como a sus trabajadores, a sus clientes, a sus proveedores, etc., pero el Estado no percibe que está recibiendo lo justo, este entenderá que hay un desequilibrio en la relación. Así, el Estado creerá, por ejemplo, que no le están pagando adecuadamente los impuestos y por tanto reaccionará -como lo haría cualquier otro grupo de interés- utilizando su propio mecanismo de presión.
De eso se trata una gestión sostenible, de atender de manera inteligente y en un espacio de confianzas, la relación con los diferentes grupos de interés debidamente priorizados; ello nos permitirá vislumbrar que la empresa hace las cosas bien, tiene futuro, adquirirán sus productos y servicios, sus trabajadores son admirables y el accionista, o el Estado en el ejemplo, recibirán los beneficios de este juego de equilibrios.
En el Perú, hay varias empresas que vienen ejecutando una política de gestión de responsabilidad social en la línea de la sostenibilidad, con programas muy ambiciosos encaminados a la construcción de una mejor ciudadanía. Es el caso de Backus y su esfuerzo durante los últimos años de mejorar la productividad a los agricultores que le proveen de maíz y cebada para la elaboración de sus cervezas. A la empresa le resultaría probablemente más económico y eficiente importar esos productos, sin embargo prefiere contribuir con su cadena para compartir valor en su camino al crecimiento, transmitiendo así una buena práctica para que estos agricultores diseminen su conocimiento y se mejore la productividad y calidad de la oferta agrícola.
Similar situación ocurre con el Grupo Incalpaca en la zona sur del Perú. Dicha empresa fabrica prendas de altísima calidad de lana y alpaca para la exportación, pero su insumo proviene fundamentalmente de campesinos pobres que tienen sus camélidos sudamericanos sin el cuidado necesario para proteger la genética de sus animales que garantiza la calidad de sus lanas, situación de riesgo que ha llevado que otros países como Nueva Zelanda, ofrezcan estas lanas de mejor calidad.
El éxito de las prendas del Grupo Incalpaca estará en que obtenga las mejores fibras de sus proveedores, es decir, su sostenibilidad peligrará si no se esfuerza por mejorar las condiciones de los que suministran ese valioso insumo. Aquí hay un claro ejemplo de valor compartido que la empresa lo entiende claramente y por tanto es reconocida en su entorno por su modelo de gestión.
Estamos avanzando indiscutiblemente, pero el gran reto ahora es incrementar el número de empresas que están comprometidas con la RSE, para que no tengamos sólo 200 sino varios miles, sobre todo Pymes. Es importante poder mejorar la lógica ciudadana peruana y cada vez que más ciudadanos y empresas entiendan que no sólo son sujetos de derechos, sino que los derechos se adquieren en la medida que se cumplan con los deberes.